A medida que van pasando los días de confinamiento podemos haber encontrado una buena manera de adaptarnos a esta situación. Sin embargo, también podemos estar experimentando un estrés y ansiedad mayores que dificultan nuestra convivencia en este aislamiento domiciliario.
Seguro que muchos ya estaremos familiarizados con pautas generales que ayudan en esta situación, como son la importancia de mantener una rutina, unos buenos hábitos alimentarios, actividad física, etc. Pero ¿qué ocurre con las emociones?
Desde el Centro de Acompañamiento Integral a la Familia, queremos ofrecerte unas pautas de autocuidado emocional para que esos momentos de ansiedad tengan el menor impacto posible en la convivencia, y puedas continuar con tu día a día desde casa.
Lo primero que quiero decirte, es ¡enhorabuena! ¡Lo estás haciendo bien! Sé que tienes días mejores y días peores, días que se hacen eternos y días que pasan volando, días en los que todo parece gris y días en los que sale el sol. Y así, han pasado muchos días de confinamiento, ¡y los has superado! Es normal que tengas estos altibajos, porque eres humano y estás pasando por una situación difícil. Por ello, quiero animarte a que recuerdes que mereces darte permiso para sentir y expresar tus emociones, para tener un descanso, y para cuidarte y mimarte.
Cuando estés enfadado, irritado, triste, cansado, apático, frustrado… y no sepas muy bien porqué, mírate por dentro y busca identificar aquello que estás sintiendo. A veces, reaccionamos de una manera exagerada cuando sentimos algo que no hemos identificado. Por ello, el primer paso es saber qué siento, ponerle nombre a ese sentimiento, a esa emoción. Puede que tengan un motivo detrás, pero en esta situación especial, acuérdate de que puede ser simplemente causa del confinamiento, y es normal. No tengas miedo de admitir que estar confinado te afecta, es el primer paso para gestionar mejor tus emociones y tu convivencia.
Cuando hayas descubierto que es lo que estás sintiendo, acepta la emoción como compañera del día. Si no aceptamos aquello que sentimos, no podremos aprender a gestionarlo o manejarlo. Sé compasivo contigo mismo, y abraza a la emoción. De esta manera podremos intentar llevarla de la mano y no agarrada a la espalda.
Cuando sientas que en casa todo es un mar de emociones sin controlar que interfieren en la convivencia, es importante elegir bien las batallas que merecen la pena combatir. Es decir, ¿la discusión es fruto del malestar que el confinamiento me genera a mí o al otro? ¿podemos solucionarlo ahora, o estamos mirando al pasado o anticipando el futuro? Concéntrate en la solución y no en el problema, a veces es mejor ceder que luchar.
Por otra parte, no poder salir de casa no implica tener siempre que estar con las personas con las que convives. Necesitas tiempo para ti, al igual que antes. Busca un momento y un espacio personal. Establece en casa momentos de soledad y privacidad para cada uno en los que no haya interrupciones ni conflictos que valgan. Es un tiempo de retirada que mejora la convivencia y el estado emocional. Disfruta del tiempo contigo mismo y aprécialo viviéndolo conscientemente.
En casa, también los demás pueden estar teniendo un mal día y no entender aquello que están sintiendo. Ahora más que nunca, la comunicación es clave para mantener una buena convivencia. Una vez que hayas identificado y aceptado tus emociones, cuéntale a los demás por qué hoy te va a costar un poco más sonreír, y propón a los demás que hagan lo mismo. De esta forma, todos podréis adaptaros en la medida de lo posible a lo que el otro necesita. Da las gracias cuando te ayuden y comprendan, y pide perdón cuando tus emociones te hayan sobrepasado. Las palabras amables siempre son bienvenidas, especialmente en estos tiempos difíciles.
Recuerda también aprovechar los buenos momentos para aliarte con tu “equipo de casa”, y compartir un tiempo de ocio juntos. No solo necesitas privacidad contigo mismo, también con los miembros de tu hogar. Es importante tener privacidad con tu pareja, con tus hijos, hermanos, padres, amigos, etc. Al igual que te gusta estar a solas con tu pareja, todos juntos también necesitáis un tiempo de convivencia sin interrupciones de videollamadas, teletrabajo o “telestudio”, en el disfrutar de la privacidad de vuestro hogar.
Por último, te animo a que diferencies los fines de semana del resto de los días. De esta manera, la rutina cambia, los días no se hacen tan monótonos y el futuro se mira con más ilusión, pues, por ejemplo, el sábado tienes algo distinto planeado. Para ello, te animo a introducir pequeños cambios que hagan más variado el día a día. Por ejemplo, crea pequeños planes de futuro: una videollamada especial, una tarde de películas, una paella el domingo, una mañana leyendo, un desayuno en la cama… De esta manera, te recuerdas a ti mismo, con pequeñas ilusiones, premios o novedades, lo bien que lo estás haciendo al quedarte en casa y proteger a los demás.
Clara Alonso Botella
Psicóloga en CAIF UFV
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