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Cuidar a los mayores con deterioro cognitivo o demencia sin olvidar el cuidado propio

Muchos de vosotros durante el confinamiento os encontráis en casa junto a vuestros mayores. Normalmente, esta situación suele ser complicada para ambos, puesto que la convivencia nunca es fácil. Puede resultar más difícil cuando la persona mayor presenta algún problema como demencia, deterioro cognitivo o algún tipo de dependencia. En estos momentos tenéis que lidiar entre sus necesidades, las vuestras y todo eso sin poder salir casi de casa y con el miedo al contagio de vuestros mayores. Es probable que en muchas ocasiones os hayáis sentido desbordados, tristes, angustiados, estresados, con rabia o incluso que os sintáis culpables de algo que habéis hecho en esas ocasiones, puesto que es fácil perder los nervios en momentos tan estresantes para todos. No olvidéis que lo que estáis haciendo es muy difícil y nadie nace sabiendo como hacerlo.


No obstante, decidisteis cuidarles, decisión que dice mucho de vosotros puesto que requiere tiempo, dedicación, puede ser agotador y se necesita un gran compromiso y amor, ya que implica muchas veces dar más de lo que se recibe.


A estas alturas es posible que ya les hayáis informado sobre lo que está ocurriendo. Sin embargo, haremos algunas aclaraciones al respecto. Recordad que en la medida de lo posible la información que les deis será para que podáis tener más precauciones, pero sin alarmarles. Es posible que si tiene algún problema relacionado con la memoria se le pueda olvidar lo que le habéis contado. En estos casos será más positivo para él que mantengáis la calma y se lo repitáis las veces que necesite de manera sencilla en una frase. No será útil que os sobreinforméis puesto que esto aumenta la angustia. Además, les puede ayudar que estéis tranquilos delante de ellos, ya que el estado de ánimo de la persona mayor, en muchas ocasiones, es el reflejo de vuestro propio miedo o nerviosismo. Si están angustiados intentad escucharles y darles seguridad comentándoles que estáis siguiendo todas las recomendaciones sanitarias. También será bueno empoderarles haciéndoles ver que estar confinados no es algo pasivo, sino algo que hacemos todos de manera individual para que el problema termine.


Será primordial establecer una rutina, puesto que cuanto más mayores son más vulnerables al cambio se hacen. Por lo que realizar un calendario con rutinas adaptadas a la persona mayor os ayudará a sobrellevar esta situación mucho mejor y a que ellos se sientan seguros. Será más útil adaptaros al ritmo de vida de la persona mayor a que ella se adapte al vuestro. No solo será bueno calendarizar las actividades de cuidado como la alimentación, el sueño o el baño, sino también actividades de ocio, dejando siempre huecos libres para que os podáis cuidar a vosotros mismos.


Dentro de lo posible, será oportuno adaptar la casa para evitar riesgos. Los sentidos y capacidades de las personas disminuyen con la edad, por lo que será útil que no haya obstáculos innecesarios por el suelo y que el espacio por el que se muevan esté bien iluminado. Esto promoverá su autonomía y se sentirán más seguros.


Es importante atender su salud física, pero también la salud mental y espiritual. En relación a la salud física es bueno que podáis dar paseos por casa o salir a la calle en los horarios permitidos. Además, siempre podéis realizar clases de actividad física en grupo, que son mucho más divertidas. En cuanto a la salud mental será muy bueno para ellos que podáis dedicarles tiempo y espacios de calidad para poder escucharlos. Esto les vendrá bien ya que somos seres sociales y pueden sentirse solos por mucho que las necesidades físicas estén siendo cubiertas. Además, hay que incluirles en las conversaciones y nunca hablar delante de ellos como si no estuviesen y recordad que ellos tienen tantas cosas interesantes que contar como cualquier otra persona. Un consejo útil para que inicies conversaciones con ellos puede ser, por ejemplo, revisar fotografías de tiempos pasados, donde puedan contaros historias vividas por ellos. Para tener activa su mente y estimularla también es recomendable jugar a juegos de adivinanzas, hacer manualidades y resolver crucigramas, entre otros. Asimismo, durante el confinamiento hay muchos museos que han abierto sus puertas de modo online y muchos conciertos para escuchar desde el sofá de vuestras casas. Para mejorar su dimensión espiritual podéis dar importancia al rol que cumplen en la familia y hablarles sobre lo importantes que son y todo lo que han hecho y siguen haciendo por ella, para que puedan seguir sintiendo que su vida tiene un sentido. “Lo importante no es que uno sea joven o viejo, lo decisivo es si su tiempo y su conciencia tienen un objetivo al que esa persona se entrega y si ella misma tiene la sensación, a pesar de su edad, de vivir una existencia valiosa y digna de ser vivida, siendo capaz de realizarse interiormente, tenga la edad que tenga” (Frankl, 1995). Si tienen alguna creencia religiosa también podéis ayudarles a que sigan practicándola, por ejemplo, poniéndoles misas virtuales.

Es necesario que tengáis paciencia, recordar que si alguien en su momento no os hubiese cuidado no estaríais aquí ahora. En los casos donde la perdáis recordar el amor y el cariño que os dieron y os siguen dando dentro de sus posibilidades y tratarles con el mismo cariño y respeto que lo hicieron ellos cuando eráis pequeños, ya que lo hicieron lo mejor que pudieron. Acordaos de que muchas veces no será él el que esté actuando realmente, sino su enfermedad. No es útil que entréis en conflicto con ellos si no está de acuerdo en algo que no es importante, puesto que la capacidad de razonamiento con los años se deteriora y no servirá de mucho que le intentéis hacer entender que no tiene razón, ya que esto solo aumentará su inestabilidad emocional y su enfado. En estos casos será mejor que sigáis su discurso y cuando podáis cambiéis el tema a algo más agradable. En ocasiones, se piensa que los mayores no pueden realizar ciertas cosas que realmente si pueden, aunque lo hagan más despacio. Por lo tanto, podéis pedir ayuda a vuestro familiar, así le daréis más autonomía y se sentirá más útil, mientras que vosotros tendréis más espacio y tiempo. Debido al estrés que ya vivimos podéis llegar a pagar con ellos vuestras frustraciones o enfados. En estos casos, sed más flexibles que nunca, puesto que ser rígidos cuando no se comporta como os esperáis no os ayuda a ninguno de los dos. Cuando estéis enfadados daos un minuto, reflexionad, desconectad, tomad el aire y permitíos que la parte racional de vuestro cerebro vuelva a funcionar.


Algunas situaciones o emociones pueden hacer que vuestros mayores respondan con agresividad o violencia. Entre otras se encuentran la tristeza, el aislamiento, el desánimo, la falta de autonomía, las reacciones secundarias a medicamentos, el miedo cuando os ve acercaros y no os reconoce, las molestias físicas y la frustración. Recordad que si ellos actúan de esta forma no lo hacen para haceros daño, por lo que no será bueno enfrentaros a ellos o gritarles, será mejor mantener la calma. Hay cosas que no dependen de vosotros, pero hay otras que podéis intentar evitar. Entre ellas se encuentran que, en la medida de lo posible, no les obliguéis a hacer cosas que queráis vosotros, pero que ellos no quieran, como alimentarlos a la fuerza, y que no les faltéis al respeto mandándoles callar, puesto que no son agentes pasivos sino los protagonistas de su vida, tienen derecho a que se tenga en cuenta sus opiniones, decisiones y preferencias. Cuando se pongan agresivos evitad usar contenciones físicas y químicas, no hagáis movilizaciones bruscas, no agredáis verbalmente, ni amenacéis, ni les tratéis de manera infantil y no les provoquéis malestar psicológico, ya que todo esto implicaría posición de poder. En definitiva, son personas adultas y así deben ser tratadas, como a cualquiera de nosotros nos gustaría que nos tratasen. Aun así, es probable que puedan responder en alguna ocasión de manera agresiva. En estos casos lo mejor es que distraigáis su atención hablándoles sobre algo agradable y no haciendo caso a sus provocaciones, hablarles con tono de voz tranquilo, no tratar de razonar en ese momento, no burlarse de ellos y si es necesario, sujetarles, pero sin hacerles daño.


Recordad que necesitaréis tiempo para vosotros. Intentad, dentro de vuestras posibilidades, hacer una división de responsabilidades, pidiendo ayuda a tus familiares hablándoles desde tu preocupación y tu agotamiento. No obstante, durante el confinamiento se permite que vayan personas a casa a cuidarles manteniendo las medidas sanitarias de protección. A veces cuidaros hace que os sintáis culpables, pero no es un comportamiento egoísta, sino algo necesario, ya que para poder cuidar a otros necesitáis cuidaros a vosotros mismos. Buscad señales de agotamiento y estrés para tomaros un tiempo para vosotros antes de que no podáis más. Cuando hay desgaste emocional todo se exagera (un grito, un gesto), no os culpabilicéis por ese grito. Analizar todas las veces que os habéis controlado antes de gritar y comprended que esto surge por el desgaste emocional. Muchas veces cuando os sentís sobrecargados es porque os intentáis responsabilizar de cosas que no tenéis potestad para poder cambiar. Tenéis que cuidar todas las áreas de vuestra vida, ya sea alimentación, sueño, ejercicio, ocio y ratos para hablar por videollamada con personas importantes para vosotros. No olvidéis que siempre podréis elegir ya que, aunque no podáis evitar que vuestro familiar tenga una enfermedad, si tenéis la capacidad de elegir la forma de cuidarle. En los momentos más complicados pensad que lucháis contra la enfermedad no contra la persona, ya que la persona no se comporta así porque quiera sino por la enfermedad y que será mejor adaptaros a ella porque ella no se adaptará a vosotros. Trataros con comprensión y tolerancia y perdonadles a ellos y a vosotros mismos.


Por último, la felicidad es una forma de mirar. Ese foco donde miro es donde tengo capacidad de elegir. Dentro de una situación complicada hay que aprender a mirar, cada uno elige si prefiere mirar la fortaleza o la debilidad, lo que tenéis o lo que os falta, las personas que me quieren ayudar o las que no me ayudan.

Cristina Saiz Manceñido

Psicóloga CAIF UFV

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