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¿Hay relación entre las dificultades de aprendizaje y los problemas emocionales?


Mi hijo está triste porque no aprende…. O ¿no aprende porque está triste?


Este año, Marta está en 4º de primaria y cada día al salir del cole, su madre le pregunta ¿qué tal, hija? Bien, responde ella lacónica y con la mirada baja…


Marta cada día sale con la sensación de haber hecho todo lo posible por atender a la explicación del profe, de haber trabajado duro mientras tenían que hacer los ejercicios, de haberse aplicado en la lectura, pero, aun así, los resultados no son lo que ella espera. La corrección de los ejercicios en la pizarra la devuelven gran cantidad de notas “en rojo”, la lectura en voz alta sigue siendo un calvario y, cuando el profe pregunta, ¿lo habéis entendido? su cara lo refleja todo…. No, no sólo no lo ha entendido, sino que, además, le invade una sensación extraña de amargura y rabia, de no entender ni siquiera de por qué no entiende…. Además, ahora, nada más llegar a casa, vuelta otra vez a hacer deberes y estudiar. Dentro de poco son los exámenes, y a este paso, seguro que repite 4º…. El profe ya se lo ha dejado ver a su madre… Marta es una niña muy trabajadora, muy responsable y madura, muy respetuosa con los profes y sus compañeros, todos la quieren un montón, pero Marta tiene muchas dificultades de aprendizaje y de lectoescritura que entorpecen en gran medida el proceso de enseñanza aprendizaje.


Los alumnos con dificultades como Marta, manifiestan una gran diferencia entre su potencial intelectual y el nivel de ejecución educativo. Son niños que no presentan ninguna discapacidad intelectual, sensorial o física pero que, sin embargo, presentan una gran discrepancia respecto a su rendimiento académico. Además, esta discrepancia repercute de una manera u otra en su desarrollo emocional, apareciendo sentimientos de incapacidad, baja autoestima, ansiedad o sentimientos negativos hacia el aprendizaje.


Las dificultades de aprendizaje, aunque por lo general se definen en términos de problemas de procesamiento de la información, también se asocian con un amplio abanico de alteraciones emocionales que provocan malestar en el niño. Un niño que se siente fracasado escolarmente tiende a tener baja expectativa de logro hacia el aprendizaje, muestra escasa permanencia en la tarea y desarrolla sentimientos de baja competencia cognitiva y académica. Este tipo de actitudes reducen la motivación y generan ansiedad y sentimientos negativos hacia lo académico, pero también hacia sí mismo.


Cuando Marta llega por la tarde a casa, después de una larga jornada de trabajo, la espera otra rutina de estudio y deberes. Las familias de alumnos con dificultades de aprendizaje y de lectoescritura, describen como un martirio las largas tardes de estudio. Toda la dinámica familiar gira en torno a ese trabajo complementario, apoyado y supervisado por los padres, pero ejecutado por los críos, dejando de lado actividades lúdicas, ociosas o deportivas. En la mayoría de las ocasiones, aparecen sentimientos de frustración y rabia, muchas veces contenidas en la escuela, pero que al llegar a casa y enfrentarse de nuevo a la tarea, afloran de manera desbocada. Muchas familias describen el desajuste emocional de sus hijos, que lloran de rabia, o de cansancio, o de todo a la vez, por no entender, por no poder…


Tanto en niños como en adolescentes con Dificultades de Aprendizaje y de la lectoescritura, aparecen niveles altos de ansiedad y estrés ante situaciones escolares habituales tales como: cometer errores, sacar malas notas (pese a los esfuerzos realizados), recibir críticas o ser objeto de burlas, con una sensación añadida de falta de control personal.


Alejandro tiene 10 años, y es compañero de Marta, ambos cursan 4º de primaria en el mismo cole. En este caso, Alejandro sale cabizbajo porque sabe que en cuanto sus padres lean la nota que le ha puesto el profe, se enfadarán con él y no le dejarán jugar esta tarde a su juego favorito.

Alejandro no ha traído hoy los deberes hechos de casa, y tampoco ha terminado los que ha mandado el profe en clase después de la explicación. Realmente no los ha terminado porque no sabía por dónde empezar, ya que no se ha enterado de nada de la explicación. Cada vez que el profe explica una lección nueva, Alejandro pone todo su empeño por atender y entender, pero transcurridos unos minutos se ha perdido, no sabe lo que está explicando el profe y se entretiene jugando. Poco a poco, acaba llamando la atención de un compañero, o jugueteando con el sacapuntas, las tijeras o la goma… y claro, luego el profe le regaña por no estar haciendo los ejercicios que ha mandado.


Como indicamos al principio, un alumno con Dificultades de Aprendizaje puede presentar problemas en el proceso de escucha, habla, lectura, escritura, razonamiento o habilidades matemáticas, que interfieren en el aprendizaje. Así pues, un alumno que teniendo preservadas sus capacidades cognitivas, sensoriales y físicas, sin embargo, presenta este tipo de dificultades, puede pasar por un alumno vago, sin interés, problemático, disruptivo… Como apuntábamos al comienzo, es una cuestión de discrepancia entre potencial y rendimiento, un desnivel entre lo esperado y lo observado.


En el caso de Alejandro, el día anterior se le hizo tan tarde, que finalmente no acabó la tarea, y eso hoy se ha supuesto una nota del profe. Eso, unido a que no ha entendido la nueva explicación, ha hecho que se despistara aún más… y de nuevo una llamada de atención por parte del profe.

No es de extrañar que alumnos que presentan dificultades de aprendizaje, presenten asociados otros trastornos. Incluso se han realizado estudios que demuestran una asociación entre dificultades de aprendizaje, conductas disruptivas y altas tasas de inatención. Otros estudios han señalado que los niños con Dificultades de Aprendizaje suelen tener baja popularidad entre sus compañeros y suelen presentar más dificultades para hacer y mantener amigos. Así, no es de extrañar que estos alumnos presenten conductas agresivas con mayor frecuencia, sean más molestos y desobedientes o se muestren más ansiosos e inseguros. Esto, como no podía ser de otra manera, genera en los chicos, sentimientos de malestar personal, baja autoestima y autoconcepto negativo.


Con estos dos ejemplos, reales, aunque con nombres ficticios, queremos señalar que a las dificultades de aprendizaje intrínsecas a los propios alumnos, suelen acompañar otros estados emocionales negativos consecuencia de las continuas situaciones de fracaso a la que se exponen diariamente estos alumnos.


Cada niño es diferente, que cada ser humano es único, tenemos que escuchar esas diferencias y atenderlas en su individualidad, para superar obstáculos y generar oportunidades…. En la mayoría de las ocasiones, no solo es necesario dotar al alumno de estrategias y herramientas de aprendizaje académico, sino que es necesario dotarle también de herramientas que le permitan generar resiliencia, que hagan que sea capaz de levantarse una y otra vez, que sepan valorar el trabajo y el esfuerzo, pero además de saberse competente…aunque una nota o un examen diga lo contrario.


Covadonga Batres Valderas

Psicóloga General Sanitaria y Experta en Psicología Educativa

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