Llevamos más de un mes preparando la Navidad. Los décimos de lotería, la organización de las cenas y comidas de estas semanas, los regalos… Todo parece estar preparado para llenarnos… llenar los bolsillos de dinero, los estómagos de comida y bebida, las casas de cosas… la Navidad significa para muchos derroche, tirar la casa por la ventana. ¡SON FIESTAS!, y ya se encargan las luces de las calles, los anuncios y las ofertas de las tiendas de que pensemos que eso es lo primordial. Además tenemos que disfrutar de estas fiestas en familia, con amigos… pensando en divertirnos, reír, y confiar que “el de siempre” no de la nota y nos las fastidie como acostumbra…
Ahora bien, ¿es lo primordial?, ¿de verdad que llenarnos de cosas es lo que más necesitamos?Vamos a hipotetizar que efectivamente fuera así. La felicidad de estas fiestas vamos a medirlas por el precio de los productos que pongamos en la mesa, por la cantidad de alcohol que bebamos, por la cantidad y el acierto de los regalos que nos han hecho, … ¿Cuántas personas quedan fuera de la posibilidad de ser feliz en Navidad? De momento, podemos pensar que todos aquellos que tengan problemas económicos o estén en el umbral de la pobreza o directamente estén sumidos en ella no pueden ser felices.
Si además ser feliz en estas fiestas, es tener la capacidad de disfrutar de estas cosas, con diversión, ganas de hacer ruido y reír a carcajadas… ¿Cuántos no pueden ser felices en Navidad? Se me ocurre que desde esta perspectiva, si alguien se está muriendo no puede ser feliz. Si alguien está sufriendo no puede ser feliz, si alguien está solo no puede ser feliz…
¿Son estas fechas de Navidad sólo para aquellos a los que la vida les trata de lujo? Y ¿todos aquellos a los que las vida les trata de lujo viven realmente felices la Navidad?
Vamos a dar un giro a esta reflexión que parece que nos lleva a un callejón sin salida. Ya que podemos pensar que hay más personas infelices en Navidad que felices. ¡Vaya fastidio!
Entonces, ¿qué es eso del sentido del que habla el título de esta reflexión?
Aquellos que han descubierto en su vida la Navidad, como acontecimiento religioso, experimentan la ESPERANZA de la Buena Nueva que nos trae el GRAN ACONTECIMIENTO del nacimiento de Jesús. El mensaje clave que nos trae para nuestra existencia: “PAZ a los hombres de Buena voluntad”.
¿Qué significa esta frase? Comencemos por la primera parte “PAZ”. Hemos estado hablando de la Felicidad en la primera parte de este artículo, ¿la paz es un componente esencial para ser felices? Si la felicidad la asociamos a un estado emocional, que implica estar alegre, no es necesario. La alegría, la euforia puede no ser auténtica. De hecho el papel fundamental del alcohol y las drogas en estas fechas, es crear artificialmente lo que no puede encontrarse de forma auténtica. La felicidad si uno no está en paz consigo mismo y con los demás, no llega a ser una felicidad verdadera. En cambio, si la felicidad la asociamos a un estado anímico de alegría profunda que emana del sentirse en PAZ, PLENO,… Esta felicidad genuina se experimenta más allá de que haya más comida o menos, haya o no haya regalos …
Y ¿qué genera esa experiencia de PAZ que llena nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestro espíritu?…Volvamos a la experiencia religiosa de la Navidad. “PAZ a los hombres de buena voluntad”. BUENA VOLUNTAD. Si hablamos de la voluntad, hablamos de aquello que mueve nuestro comportamiento. Nuestra motivación. Por qué y para qué hacemos lo que hacemos. La razón última de nuestro comportamiento. En esta frase hablamos de Buena Voluntad. Buena, asociada a Verdadera, asociada a Bella. (Platón, habla de esta triada como los mayores valores de la humanidad). La Buena Voluntad, como valor propiamente humano, nos guía a orientar nuestro comportamiento a lo que consideramos más valioso, a aquello que va más allá de nuestro mundo cotidiano; el cual parece encerrado en sí mismo, y sin demasiadas posibilidades de elección. La Buena Voluntad nos pone en contacto con aquello que nos trasciende que hace que emane nuestro potencial más humano. Esta Buena Voluntad nos proyecta a pensar en los demás, desear el bien de los demás, y nos pone en acción para los demás. La Buena Voluntad, nos permite experimentar esa PAZ, esa plenitud, esa felicidad auténtica que es consecuencia de un acto de confianza. Un salto de amor. En el que el otro es importante para mí. Tanto… que no deseo pasar de largo a su necesidad. Esto hace que antepongamos el bien de nuestra acción, al riesgo, el miedo, o la ingratitud que puede seguir a ese acto. Tiene sentido, no hace falta nada más. Y cuando se experimenta esta verdad, la FELICIDAD con mayúsculas se diferencia claramente de ese estado de “embriaguez”, “felicidad” que es la que experimentamos con los objetos materiales, o las relaciones superficiales.
Por eso la Navidad puede tener sentido para todos. Porque conecta con nuestra humanidad. Con nuestra experiencia de vida más profunda. Y esa puede ser experimentada en soledad, en nuestro lecho de muerte, en el dolor… y también en la alegría y en la fiesta. Puede ser experimentada en una profunda convicción religiosa en la que Dios nos ayuda a mantener viva esa luz, incluso en las noches más oscuras, porque el sentido último de la existencia la encontramos en la esperanza del encuentro personal con él. Y puede ser experimentada por una persona buscadora de su personal verdad humana, que crea que el sentido último de su existencia está en las huellas de sentido que deje en el camino de su vida. Por todo ello, os invito a tener unos minutos de encuentro con vosotros mismos, que os ayude a conectar con lo verdaderamente importante de hoy, que es recobrar la esperanza en nuestra humanidad. Y después viváis con SENTIDO la Navidad.
¡FELICES NAVIDADES PLENAS DE SENTIDO PARA TODOS!
Ana Ozcáriz
Psicóloga Especialista en Psicología Clínica
Directora del área de Psicología de la UFV
Supervisora técnica del CAIF
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