El 16 de marzo se decretaba el estado de confinamiento en España (aunque días previos la suspensión de muchas actividades ya había tenido lugar). En este momento muchos de nosotros vivíamos esta situación como si de una película de ciencia ficción se tratase. Como comentaba nuestra compañera Mariel Medrano en el artículo Capítulos durante la cuarenta nos sumergíamos en un proceso que constaba de diferentes fases. Poco a poco como si de un libro se tratase íbamos cerrando capítulos y al llegar al final nos invitaba a recordar cómo es terminar un buen libro y reflexionar sobre las lecciones que hemos aprendido.
¿Qué significa aprender? A P R E N D E R viene del latín apprehendĕre es el estado en que la persona se encuentra próxima a adquirir algo que hará suyo. Ahora que se acaba el confinamiento y comenzamos la desescalada podemos reflexionar y preguntarnos ¿qué he aprendido YO de esta situación? Por un momento en nuestra historia hemos sido obligados a parar a nivel global. Para algunos este parón invita a MIRARNOS, SENTIRNOS y ESCUCHARNOS ¿Hacía cuanto que no lo hacíamos? Para otros este parón invitaba todavía más a ser hiperproductivos sin permitir(nos) parar.
En este momento de parón la sociedad nos lanzaba multitud de mensajes y contenidos para no permitir “estar aburridos” y estar en un constante activo. Algunos de los mensajes que hemos recibido durante estos meses han sido: aprovechemos el tiempo, aprende yoga, inglés, haz un bizcocho, crea contenido, haz, haz, haz, … Estos mensajes tocaban nuestra puerta sumándose a las responsabilidades reales que ya teníamos y nos podían hacer creer al mirar como el resto: “que torpe soy, que no soy capaz de llegar y el resto sí” o “¿qué hago mal?, si a mí no me apetece hacer todo esto que me ofrecen…”. ¡QUÉ BUENO! Porque aunque te resulte impactante si te decías esto es que estabas MIRÁNDOTE y conectando(te) con tu cuerpo.
A muchas personas estos mensajes que no paraban de llegar no nos sirven para estar activos (“y no aburrirnos”), sino que más bien sirven para angustiarnos. La ansiedad aumenta al sentir que no puedo llegar. Te frustras y luchas para ser perfectos (cuando no se puede). Se podría decir, que a muchos de nosotros nos han vendido el cuento del utilitarismo, donde lo valido es hacer cosas de utilidad ya que es lo único que produce felicidad. Para el utilitarismo lo bueno y correcto es lo que produce placer y disminuye el dolor.
Os invitamos por tanto, a no olvidar lo aprendido. Cada uno de nosotros ha vivido esto desde su realidad y marco de circunstancias, por lo que quizás estos dos polos que te presento no te representan a ti, ni a ti… El para qué de este artículo, es para que puedas ver estas palabras como una oportunidad para reflexionar y preguntarte: ¿qué he aprendido durante el confinamiento? ¿qué valores he potenciado? ¿he descubierto algo nuevo en mí? ¿me he emocionado? ¿con qué me quedo para seguir utilizándolo en mi vida? ¿qué sentido ha tenido tanto sufrimiento?
Esta crisis también puede ser una oportunidad para poner el freno y cuidarte. Si lo piensas bien, antes no solíamos tener una desconexión real a diario, ya que podíamos estar pensando en que iba a pasar o hacer después, o al día siguiente. Creo que este puede ser el momento de aprender a hacerlo y sobre todo de hacer CONSCIENTE que lo estamos haciendo. ¡Aprovechemos! la situación del confinamiento no solo nos ha obligado al encuentro como decía mi compañera Estrella Doménech en otro artículo de nuestro blog, sino que además junto a la desescalada nos está obligando a tener un enfoque más consciente de nuestro día a día. No podemos anticipar que pasará en unas semanas, pero sí podemos planificar que voy a hacer hoy, y porqué no elegimos descansar para cuidarnos y ser más YO.
Antes con las “prisas” del día a día no podíamos pararnos a sentir(nos). Todavía tenemos la oportunidad de expresar aquello que nos apetece. Vamos a darnos la oportunidad de hacerlo si queremos, pues es muy sanador el poder expresar como estamos y como nos estamos sintiendo. La palabra mágica que hay que APRENDER es permitir(te). A veces parece que necesitamos permisos de fuera (estar de vacaciones para poder descansar, tener un día libre, etc.) Por lo que no es tanto lo que hacemos sino la connotación que le damos: Tiempo atrás en pleno confinamiento nos decíamos “estamos en Semana Santa y está permitido descansar”. ¿Por qué no aprendemos a que nadie nos dé un permiso externo para poder descansar? ¿Por qué no empezamos a escuchar lo que nos apetece? Por supuesto que tenemos obligaciones reales, pero hay algunas que son autoimpuestas y hay que aprender a pedir ayuda. SI DE VERDAD QUIERES SER PRODUCTIVO Y DARTE, PRIMERO NECESITAS CUIDARTE para no estar vacío (sin nada que dar/ofrecer).
¿Te gustaría buscar momentos y espacios contigo mismo? Aprovecha y tomate una hora de tu día para ponerte la música que te gusta, darte un baño o ducha relajante, echarte crema y solo pensar en ti y en lo que te apetece. Date el permiso de olvidarte del mundo exterior y centrarte en tu interior. Puedes hacer lo que más te apetezca en esa hora, pero eso sí, que sea algo donde te puedas mimar y querer. Si vives con más gente diles que será tu hora de cuidado. No te sientas culpable, también necesitamos espacios de no productividad y de estar con nosotros mismos. Para promover una salud holística tienes que cuidarte a todos los niveles y encontrar un equilibrio entre la productividad y la desconexión de calidad. Prioriza lo que realmente es valioso y sobre todo no olvides todo lo que este confinamiento te ha podido enseñar.
Bárbara Alcázar Ruiz Escribano
Psicóloga CAIF UFV
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